La tecnología no deja de
sorprendernos y ahora el arte se convierte en un espectáculo
virtual. Tal y como va el mundo no será necesario preocuparse por la
conservación del arte. Las grandes obras no se perderán del todo ya
que con la ayuda de la fotografía y los montajes audiovisuales,
siempre quedará un registro que podremos proyectar,.... y en el
comedor de casa, … para que colgar un cuadro?... ponga usted uno
virtual!
El último grito son los
espectáculos multimedia, o los “mappings”, unas proyecciones que
nos hacen ver “lo que no hay”, como por ejemplo los frescos de
San Climent de Taüll.
Este es un caso
sorprendente, ya que, por segunda vez el ábside de San Climent ha
sido despojado de las pinturas que lo cubrían para que en su lugar
se proyecten unas imágenes virtuales de las pinturas originales.
No se sabe muy bien la
razón de todo ello, si bien los frescos originales se encuentran
desde principios del siglo XX en el Mnac (y no era fácil su
restitución), las segundas que sustituyeron a las originales y que
fueron realizadas por Ramón Millet daban a la iglesia un aspecto muy
digno, sin necesidad de artificiosidades de tipo festivalero.
A pesar de que estas
proyecciones pueden resultar muy efectivas ocasionalmente para
celebrar ciertos eventos, como es el caso del centenario de la casa
Battló o las fiestas de la Merced de Barcelona, lo que me parece
excesivo es que se sustituyan unas pinturas tan respetables como las
de Ramón Millet por una burda proyección que, por si fuera poco,
ha costado la friolera de 400.000 euros. Y me pregunto ¿No se podían
haber invertido en obras más necesarias?
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