jueves, 24 de octubre de 2013

Restauración de la “A” de Can Franquesa






Después de leer el artículo de Javier Pérez Andújar del pasado 19 de Octubre del diario El País, cada vez veo más claro que el arte verdaderamente contemporáneo no es el que encontramos encerrado entre las paredes de los museos o de las galerías de arte, sino el que surge en la calle. Es un arte que algunas veces puede resultar efímero pero que otras veces se convierte en eterno símbolo de una clase social o de un grupo cuyas ideas suelen diferir de las que son impuestas por el gobierno y las instituciones. Me refiero al grafiti, un arte que nace del inconformismo a modo de gamberrada. Algunos de estos grafitis sólo duran el tiempo que tarda el dueño de la superficie empleada en borrarlo y pintarla de nuevo, otros, quizás por estar hechos en lugares más inaccesibles, permanecen en el sitio durante años, como es el caso de la “A” de Can Franquesa, esa letra anarquista, símbolo de libertad y de lucha sindical de otra época, de la que hoy aún se conserva el recuerdo porque, alguien un 12 de Octubre de hace treinta años, se dedicó a inmortalizar sus ideales en un muro de contención de Santa Coloma de Gramanet.
El arte contemporáneo es a veces tan efímero como cuanto nos rodea en la actualidad. El grafiti, las performances..., su mensaje dura poco, casi tan poco tiempo como un anuncio de televisión. Es un tipo de arte muy representativo de la sociedad del momento, una sociedad que recibe cientos de impulsos por minuto y que hace que se sienta empujada a consumir todo cuanto se le ofrece a través de la pantalla del televisor, de un catalogo de muebles suecos o de cualquier escaparate de la gran ciudad. Es la era del usar y tirar, la era de no implicarse demasiado en nada y de sálvese quien pueda. Por el contrario, algunas veces nos llegan noticias de que aún queda un reducto de movilización obrera que está patente, sobre todo, en algunas zonas de la periferia, esas en las que el desempleo, la marginación y los ERES esta más latente. Es ahí precisamente, donde una parte de la sociedad se resiste a perder sus raíces, conservando lo poco de artístico que puede tener una simple letra “A” encerrada en un circulo. Por vez primera una letra nace sin más pretensiones que las de reivindicar un sentimiento de libertad y acaba convertida en símbolo de toda una época de lucha obrera, de tal forma que nadie en treinta años ha intentado eliminarla de ese lugar, el muro de contención del barrio de Can Franquesa.
El pasado 12 de Octubre, día de la Hispanidad, esa letra que con el paso de los años había ido perdiendo color, fue restaurada cual obra renacentista se tratara por los mismos que la crearon hace treinta años, cinco personas que pertenecieron a las Juventudes Libertarias, el Manolo, el Sabas, el Isidro, su mujer la Chiri y el José. Eran montañeros que sabían escalar. Iban por las noches, se colgaban del muro y tras poner un pivote en el centro para trazar la circunferencia se ponían a pintar hasta que amanecía. Este año se volvieron a reunir todos, excepto el José, que hace tiempo se fue a Portugal, para celebrar el treinta aniversario de su obra y rememorar unos ideales que les llevaron a inmortalizar esa A descomunal (seis metros y medio de diámetro). Mientras la estaban repintando, una señora se asomó a un balcón y les gritó: “no se os ocurra tapar la A, forma parte del patrimonio histórico de Santa Coloma!”.
Esa letra reivindicativa, esa “A” anarquista, a través del tiempo ha pasado a adquirir la categoría de bien patrimonial de una vecindad que no desea que sea eliminada, sino todo lo contrario, que apoya que siga ahí y que, valientemente, sus ya no tan jóvenes creadores se ponen manos a la obra y se vuelven a colocar los arneses para restaurarla y que siga luciendo sus colores quien sabe si otros treinta, cuarenta o cien años más.








domingo, 20 de octubre de 2013

¿QUIEN SE HA LLEVADO LOS BANKSY?


Slave lavour, Banksy, (2012)



No ball games, Banksy, (2009)



Los vecinos del barrio londinense de Haringey están muy molestos desde que dos de las obras que el artista callejero, conocido con el apodo de Banksy, fueron robadas de las paredes de sus calles. La primera fue Slave lavour, una imagen hecha con plantilla de un niño trabajador de una fabrica textil. La segunda, No ball games.

Los murales de Banksy habían convertido Haringey en una atracción para amantes del street art. Como dijo el concejal Alan Strickland a La Vanguardia, “la gente se sentía orgullosa de tener obras de Banksy en el barrio. Venía gente de todo Londres, y unos cuantos del extranjero”.
Detrás de la obra de Banksy existe una gran polémica, primero por el hecho de que no está claro si lo que Banksy hace se puede calificar de arte o de vandalismo urbano, segundo por su misterioso robo y posterior aparición en casas de subasta y tercero por el derecho de propiedad de la obra. La sorpresa es que los grafitis de este artista se están vendiendo por cifras desorbitadas, como ocurrió con Slave lavour, que a principios de junio se estima que se vendió por 750.000 libras o lo que viene a ser casi un millón de euros.

A Banksy no parece importarle mucho el beneficio que los ladrones puedan sacar a su costa, más bien se siente reafirmado para seguir actuando en su intento de cambiar lo que le disgusta de la sociedad. Lo que busca es la concienciación del ser humano y su manera de hacerlo es decorando las paredes de su ciudad con grafitis y realizando performances y acciones como en una de sus últimas aventuras, en la que llenó un camión con corderos, conejos y gallinas de peluche que emitían sonido y asomaban sus cabezas a través de las rendijas del vehículo, como protesta por el mal trato que reciben los animales hacinados en las granjas y durante su transporte hacia los mataderos.







Detrás del asunto del robo de los Banksy esta la compañía Sincura, una firma que se dedica a prestar servicios de lifestyle a personas de alto poder adquisitivo y que según dice hace una labor de “conservación patrimonial”, ya que se dedica a “salvar” obras de street art para que el deterioro ambiental no acabe con ellas, sólo que después del “salvamento”, curiosamente, esas mismas obras salen a subasta y se pagan enormes sumas por ellas. Aunque, después de todo, según afirma Sincura los beneficios de las ventas van destinados a obras benéficas.

Sincura asegura que es completamente legal arrancar una obra de street art y subastarla, y asimismo lo corroboran las casas de subastas londinenses. “El derecho de propiedad es de quien tiene fisicamente la pieza”, dijo a La Vanguardia Cristian Albu, director de ventas de arte contemporáneo de Christie's en Londres. En el caso de Slave lavour, el propietario de la pared donde se hallaba era la inmobiliaria Wood Green Investments, pero ésta no quiso hacer ningún comentario acerca de si ha colaborado en una posible venta.

La duda que a cualquier mortal le puede asaltar es ¿a quién pertenece la obra, al artista, al dueño de la pared donde el artista la colocó o al vecindario? En el caso de que lo que hubiese habido en la pared fuese un garabato cualquiera de algún simple aficionado, el dueño del edificio lo habría mandado limpiar. En este caso, es lógico pensar, que tratándose de la obra de un artista que empieza a ser cotizado, lo que posiblemente haya hecho el dueño de la pared es sacar un provecho con la venta de esa obra. Finalmente, la opinión de los vecinos queda en última instancia y sin derecho alguno a tomar partido.

Banksy parece burlarse de esta sociedad de consumo donde existe una élite, que movida por el snobismo, paga absurdas cifras de dinero por obras de arte callejero que no tienen más valor que el simbólico por lo que se denuncia en ellas, aunque ni los mismos compradores se sientan implicados en su significado. Con ello no intento menospreciar la obra de Banksy, que en un futuro puede llegar a ser tan apreciada (si es que no lo es ya), como la de Andy Warhol. Pero por otro lado, no deja de ser preocupante que otras clases mucho menos favorecidas tengan que hacer milagros para estirar su sueldo hasta el final de mes, o que obras de valor incalculable sean destruidas a causa de las guerras o de fanatismos religiosos.

Mientras tanto, los vecinos de Haringey están muy disgustados al haberse quedado sin las imágenes de Banksy y reclaman su devolución al barrio que es el lugar al que supuestamente pertenecen, o al menos eso opinan ellos, puesto que desde un principio han estado ocupando un lugar en las paredes de sus calles, recibiendo visitas y proporcionado a la zona una apariencia de contenedor de arte contemporáneo. Haringey siente que le han arrebatado algo que ya formaba parte de su identidad, una pequeña parte de su patrimonio cultural.

Al igual que los muros de las iglesias pirenaicas fueron despojadas de sus frescos románicos, de las paredes de Haringey han sido arrancados los famosos grafitis de Banksy, lo que nos lleva a la eterna discusión de si es preferible que una obra de arte se conserve en su lugar de origen o por el contrario pase a formar parte de la colección de un museo donde gozará de las debidas medidas de seguridad. Lo que esta claro es que nunca llueve a gusto de todos.





PD.:
La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en su 17a, reunión celebrada en París del 17 de octubre al 21 de noviembre de 1972, dice:
que el patrimonio cultural y el patrimonio natural están cada vez más amenazados de destrucción, no sólo por las causas tradicionales de deterioro sino también por la evolución de la vida social y económica que las agrava con fenómenos de alteración o de destrucción aún más temibles, y considera que el deterioro o la desaparición de un bien del patrimonio cultural y natural constituye un empobrecimiento nefasto del patrimonio de todos los pueblos del mundo.



Para más información:


Para ver video:



jueves, 10 de octubre de 2013









Jaume Plensa reinventa Burdeos con sus esculturas humanistas


 DIALOGO Y MEDITACION EN BURDEOS

Hasta el pasado 6 de Octubre doce esculturas de Jaume Plensa han permanecido expuestas en las calles y plazas de Burdeos. Plensa esta considerado como uno de los grandes herederos de la escultura española, siguiendo la estela de Picasso o Gargallo. Su arte se construye por la oposición: vacío-lleno, luz-sombra, individuo-colectivo, masculino-femenino.

Mientras sus esculturas eran observadas por los viandantes de la ciudad con los cuales parecían interactuar y mantener un diálogo, los edificios de alrededor permanecían impasibles, lo cual me ha llevado a pensar en el uso que se hace del patrimonio histórico y de los cambios que experimentan algunos de esos edificios, testigos mudos de todo cuanto acontece a lo largo de los siglos dentro y fuera de sus paredes.

La esculturas de Plensa están formadas por notas musicales, letras y números, los sígnos que configuran el lenguaje que todo el género humano, sea del lugar de donde sea utiliza para comunicarse el uno con el otro. Son grandes esculturas que airean sus pensamientos y a los que Jaume Plensa da forma de pensadores que, sentados en las calles de esa ciuddad, parecen estar meditando sobre la situación que vive el mundo actual o preocupados por el final que han acabado teniendo esos edificios que las rodean, lo cuales en su origen fueron concebidos con una idea determinada, como la de honrar a algún santo y la de albergar a las almas cristianas. Este es el caso que observa la escultura que Jaume Plensa ha colocado en medio de plaza Camille Jullian, a pocos metros de lo que antaño fuere la iglesia de San Simeón (s. XIV-XVII), hoy en día convertida en una sala de multicines, donde se proyectan películas de arte y ensayo. Pero no queda ahí su único servicio a la comunidad, ya que entre la primera etapa para la cual fue creada y hasta llegar a la última, las paredes de esta iglesia sirvieron también como almacén de sal, academia de cadetes e incluso de garaje. Será esta su trayectoria final, o quizás todavía le queden muchas vidas por vivir o muchos empleos por los que pasar? Sólo espero que la iglesia dedicada a San Simeón no acabe convirtiéndose en un McDonald's de turno (aunque poco le falta ya, puesto que dentro del mismo recinto también se encuentra una cafetería)

Este devenir cambiante de uso a los que se ha visto sometido este edificio no es más que un síntoma de la volubilidad del ser humano, de su crisis existencial y de las fluctuaciones de la propia naturaleza. Si un día paseamos por una calle por la que hace unos meses que no habíamos pasado encontraremos con seguridad que más de un local ha cambiado, lo que antes era una tienda con solera que se había dedicado toda la vida a vender cuchillos ahora es una tienda de moda, una frutería o un bar. Claro que, como ya dijo Heráclito, “todas las cosas se mueven, nada está quieto..., y comparando las cosas existentes con la corriente de un río dijo que nadie se podrá sumergir dos veces en el mismo río” (Platón). La naturaleza es cambiante, las modas también lo son, las ciudades e incluso las personas nos vemos obligadas a reinventarnos continuamente motivados por las continuas crisis económicas.

Tras meditar largo rato, sólo queda reconocer cuanta razón tenía el filósofo. Nada permanece inalterable durante toda la vida. Nada es para siempre.











jueves, 3 de octubre de 2013

Aragón exige al MNAC que devuelva las pinturas de Sijena



Uno de los retratos de las pinturas del monasterio de Sijena (Mnac)
 
Durante la guerra civil española se produjo la quema de muchas iglesias y monasterios y a su vez gran parte de las obras de arte que en ellos se guardaban. Algunas de esas obras de arte que sufrieron los avatares de esa desdichada guerra son precisamente las que en la actualidad están dando dolores de cabeza al consejero de cultura Ferran Mascarell. Se trata del conjunto de pinturas del Monasterio de Sijena (Huesca). Su incendio, en el 1936, provocó la casi total destrucción de unas de las más preciosas joyas del arte románico que se hallaban dentro de ese monasterio.
En una “operación de salvamento” del patrimonio artístico que dirigió el historiador de arte y oficial de la república Josep Gudiol fue rescatado lo que quedó de ellas y llevado al MNAC, lugar en el que se restauraron y donde se encuentran expuestas desde 1960.
Desde hace algunos años el gobierno de Aragón reclama su devolución y hace poco tiempo que se vuelto a reabrir su demanda, ya que a finales de Agosto la portavoz del Partido Aragonés, María Herrero exigió a Ferran Mascarell que pusiera fecha para el retorno de las pinturas.
Mascarell insiste en que deberían tener en cuenta el trabajo de conservación y mantenimiento que se ha hecho al largo de los años desde que las pinturas llegaron a Barcelona. Por otro lado, Jordi Camps, conservador en jefe de románico del MNAC manifiesta que su desplazamiento implicaría un cierto riesgo de conservación para la obra y añadió “ nosotros no entramos en cuestiones políticas, solo defendemos la integridad de la colección, que permite explicar condensadamente una parte de la historia del arte”.

El Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) reúne una de las mejores colecciones de arte románico del mundo y es por su localización dentro de una ciudad de gran afluencia turística y en por la relevancia de las colecciones que alberga, lo que sin duda posibilita que este conjunto pueda ser visto por un mayor número de personas que si se encontraran en su lugar de origen.
Las pinturas que se rescataron de los escombros del monasterio de Sijena se sitúan a finales del siglo XIII y corresponden a escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. Hoy en día esas pinturas revisten los arcos de una de las salas de MNAC.

El MNAC no sólo guarda en sus paredes pinturas catalanas, sino que al igual que otros grandes museos como el Louvre, el British o el Prado exponen obras procedentes de otros lugares. Es en el mismo museo donde también se conservan joyas del románico procedentes de Boí y Taull, cuyos alcaldes de vez en cuando también reclaman su devolución.
La cuestión se presenta difícil ¿qué es mejor, que las pinturas se conserven dentro de esos museos de acreditada reputación donde gozan de excelentes medidas de seguridad y de conservación o que sean reincorporadas a sus lugares de origen para cubrir de nuevo las paredes que un día dejaron vacías?

Es muy normal que el pueblo aragonés reclame la devolución de ese estimado conjunto de pinturas, tal como lo harían unos padres a los que les hubiesen arrebatado la custodia de unos hijos durante una época en la que no podían atenderlos como debieran. Al cabo del tiempo, si su situación es más favorable, esos padres que reclaman otra vez la custodia deben demostrar su capacidad para ejercer una paternidad responsable. Las instituciones que velan por el buen estado de los menores siempre son algo reticentes y muestran su desconfianza ante la duda de que la vuelta al hogar paterno no sea lo más conveniente para ellos. Los padres adoptivos, sin embargo, a menudo no aceptan de buen grado tener que separarse de esos hijos ya que al fin y al cabo, durante muchos años han convivido con ellos y les han ofrecido un calor y unos cuidados que sus verdaderos padres no supieron o no pudieron darles.
Los verdaderos padres son aquellos que desean un buen futuro para sus hijos, que estos se realicen y que tengan éxito en la vida.
Quizás ese futuro prometedor para las pinturas de Sijena se encuentre entre las paredes que les son brindadas por el MNAC de Barcelona para que sean lucidas y dadas a conocer al mayor número de visitantes posibles y de todas nacionalidades.








http://www.miguelservet.org/pinturas.htm


 
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/08/30/catalunya/1377890632_691160.html

 

 http://www.heraldo.es/noticias/huesca/el_mnac_reabre_hoy_coleccion_del_romanico_con_todas_las_pinturas_del_monasterio_sijena.html

http://www.heraldo.es/noticias/aragon/2013/08/27/aragon_requerira_oficialmente_cataluna_devolucion_las_pinturas_sijena_246867_300.html